La piedra de Rosetta: Parte 1- Encuentros y desencuentros ¡Drama!
Los chicos disponían de unos días libres que además iban a culminar en otro baile en su honor, de nuevo en el palacio. Cada uno se preparó a su estilo: Nori iba a pasar algo de tiempo con su «amiga» Daniella, Lancia tenía un montón de ideas en su cabeza, Yamu quería practicar algo sus habilidades manuales y Frank no estaba muy seguro de lo que hacer…
Lancia invitó a Frank a cenar a su casa, cosa que sorprendió gratamente al chico, aunque no lo pareciera, mientras que Nori también invitó a Frank a salir de caza a la jungla del sur, cosa que también le sorprendió, aunque menos gratamente…y esto si que se notó. De todas formas Frank aceptó ambas invitaciones, así que ajustaron las agendas. Lancia quería que la cena fuera cuanto antes, porque realmente nadie estaba seguro de que Frank volviera sano y salvo de la jungla…nadie salvo Nori, que sonreía irónicamente. Sin embargo Frank quería pasar el «mal trago» primero, así que la cena quedó para el segundo día.
Por la noche, Frank se encontró con que el Sr. Noorgard se había colado en su casa. Tras dejar en evidencia su falta de sistemas de seguridad y lo rudimentario de sus alarmas, ambos empezaron a hablar sobre las cartas que Frank había hecho llegar desde los puertos del norte, en Al-Bassid. Frank le contó casi todo sobre las extrañas ruinas, pero esta vez omitió más información que otras veces. Además de tratar de evitar todo el asunto de los über, revelo que no tuvieron problemas para acceder a las ruinas, pero no como lo hicieron. A pesar de eso, el Sr. Noorgard pareció adivinar que Yamu tuvo algo que ver, pero Frank respondió con evasivas. La reunión fue quizás algo mas tensa que otras veces, aunque el Sr. Noorgard apreció el esfuerzo que el chico estaba haciendo por ayudarle, aún cuando nadie se lo había pedido.
La cacería de Nori y Frank
Tras despedirse, cada joven volvió a su hogar a descansar. Nori fue a buscar a Daniella para llevarla a cenar a su lugar favorito, Casa Mensel, en el que ya tenía una mesa fija de forma extraoficial. Mientras Daniella hablaba toda la noche sobre el escabroso asunto de encontrar un buen trabajo honrado en las minas de su padre, Nori disfrutaba de su ágape y en cuanto se callo un momento la invitó al nuevo baile que iba a celebrarse en el palacio en su honor. Daniella estaba emocionada, aún mas cuando Nori le dijo que le compraría un vestido nuevo, porque no estaba bien visto repetir modelo en una cena de gala. Daniella empezaba a preocuparse por la fuente de los ingresos de Nori, ya que muchos enanos hablaban mal de él y no se le conocía oficio ni trabajo, además de haberle visto rondar mucho los puertos y sus callejuelas de mala muerte. Su aspecto de mafioso ostentoso no ayudaba a acallar los rumores. Al terminar la cena, Nori informó a Daniella que al día siguiente iba a salir de caza y que por la noche podría cenar en su casa las piezas que consiguiera. Daniella aceptó, aunque confesó que a su padre no le iba a hacer la más mínima gracia.
Nori se levantó pronto ese día, un poco mas temprano que de costumbre. Normalmente, a pesar de su estilo de vida diletante, solía tener la costumbre de levantarse al alba, para salir a la puerta de su recientemente alquilada casa a sentarse en su mecedora y disfrutar de una copa de brandy caro y un buen tabaco en su pipa, vestido en con su albornoz, mientras saludaba a los enanos mineros que se dirigían hacia un largo día de trabajo en las minas. Era algo así como su forma de rendirles tributo. Eso decía él. Pero como ese día tenia que preparar sus aperos de caza, tuvo que levantarse antes…por nada del mundo iba a perderse su saludo diario. En cuanto el último gruñido maldiciéndole salió del último enano de la comitiva de mineros, Nori se vistió recogió los bártulos y s dirigió a la Puerta del Sur a esperar a su compañero de caza.
Frank siempre había sido desconfiado, más bien paranoico. No le estaba haciendo ningún bien pensar en todas las posibilidades de una partida de caza con Nori. Pero Nori parecía contento hoy. Bueno, siempre parecía contento, eso era algo admirable, y mas en un enano, pero en Nori su felicidad podía ser también preocupante. La verdad es que había aceptado la invitación porque sabia que el Sr. Noorgard desconfiaba de él por algún motivo, y hasta creía que podría ser peligroso, así que confraternizar con el presunto enano era una buena forma de tratar de sonsacarle algo de información. Lo primero que Frank notó es que todos los enanos que guardaban la Puerta del Sur miraban mal a Nori. No con recelo, sino claramente maldiciéndole con la mirada. Y lo segundo que notó es que a Nori no solo le daba igual sino que hasta parecía gustarle. En cuanto avanzaron un par de horas por la jungla empezó a llover. Nori iba preparado, y criticaba a Frank porque parecía que no sabia lo que hacia. Frank le confesó que él nunca había cazado, que era más bien urbanita, pero eso traía sin cuidado a Nori. Frank se pasó el viaje tratando de sonsacarle información a Nori, pero siempre chocaba con el muro de su presunta amnesia. Y tampoco podía dejar de darse cuenta de que, en cuanto el enano oía algún extraño sonido, enviaba a Frank a «investigar», aunque este sospechaba que era más bien un cebo. Cuando, tras salir de unas zarzas llenos de arañazos y enfadado le preguntó directamente a Nori si estaba intentando matarle, el enano sonrió mostrándole un par de papagayos regordetes y le contestó que, al menos no de hambre…La lluvia se hizo mas intensa y buscaron refugio. Se encontraron con otro par de cazadores con los que Nori parecía llevarse bastante bien, quizás porque no eran enanos. Tras comer algo y compartir bebidas, chistes e información sobre la caza, cada grupo siguió su camino en cuanto aclaró. Nori quería adentrarse mas en la selva, pero Frank no estaba dispuesto a ser el cebo de ningún tigre, así que en enano propuso probar con la pesca. En cuanto empezó a oscurecer volvieron a Carabás, con una par de papagayos y tres piezas grandes de pesca como botín que se repartieron. Frank había sobrevivido a la experiencia, y con eso había sido bastante, pero además se llevaba algo de cena.
De hecho, lo primero que Frank hizo al levantarse en su primer día libre fue realizar sus acostumbrados ejercicios matinales para mantener su buena forma física después de un desayuno ligero y energetico. Cuando acabó sus abdominales se dio cuenta de que ya no tenia nada más que hacer en todo el día mientras su mirada se posaba en la tetera roja que aun echaba algo de vapor.
Las vacaciones de Yamu
Yamu durmió esa misma noche en los cuarteles del puerto, donde recibió numerosas alabanzas por el éxito de su misión secreta. Hasta el mismo Capitán Stevenson le dijo que estaba pensando seriamente en convertir a Halcón en la mascota de los cuarteles, en señal de respeto hacia Yamu. Así pues, Halcón dejo de estar recluida en los barracones de la unidad de Yamu y pudo pasear libremente por el patio, mientras le buscaban una cuadra o un corral digno. Al día siguiente Yamu visitó a sus padres, aunque fue más bien una visita de cortesía sin mucha trascendencia, a pesar de que Yamu encontró a su madre algo extraña, y mas preocupada de lo normal por la seguridad de su hijo.
Como disponía de tiempo y había conseguido muy buenos materiales gracias a su casi hermana Lancia, decidió usarlos con paciencia y esmero y hacer algunas prendas bonitas de cuero para practicar. A Lancia le confeccionó unas preciosas botas de cuero blanco, que preparó para regalárselas para el baile. Con los trozos más pequeños se dedicó a hacer piezas de bisutería, muñequeras, brazaletes y collares, con la intención de repartirlos entre sus amigos de los cuarteles. No se olvido de Frank, ya que le guardó la pieza que peor le había salido para regalársela…
Los tejemanejes de Lancia
Lancia tenía demasiadas cosas que hacer. Lo primero era comprobar que su casa estaba en buenas condiciones y llevarse a Cascabel, que había sido requisada por el Sr. Noorgard hasta que el asunto se aclarara. Mientras se llevaba a Cascabel a casa, Lavinia la alcanzó, muy molesta por sus repentinas y secretas ausencias. Lavinia le informó que mientras ella había estado fuera, además de cuidar a Cascabel (aunque no pudo impedir que se la llevaran los guardias del palacio enviados por Noorgard) había estado pensando en el asunto de vivir juntas. A Lavinia le atraía la idea de emanciparse, pero por otro lado confesó a Lancia que no creía que hubiera sitio para las dos en su buhardilla, una vez que la había visto bien. Lancia, emocionada, no paraba de hablar de lo maravilloso que seria ser compañeras de piso, y no escuchaba las sensatas alegaciones de Lavinia, quien prefería pagar una habitación aparte en la misma pensión, tanto para no molestarla como para vigilar desde un lugar seguro sus visitas (en ambos casos, en clara alusión a Frank). Ni siquiera el hecho de que en su buhardilla no cupiera otra cama hizo desistir a Lancia en su empeño y, sin que Lavinia pudiera siquiera opinar, se encontró con que ya eran, oficialmente, compañeras de habitación…
Lancia descubrió que Cascabel se había comido las cortinas hasta el nivel a donde llegaba con la boca, pero eso no hizo mas que alegrarla porque así las podía cambiar por unas que tejería con las telas exóticas que había traído de sus viajes. Además, también quería hacer unos blusones para los muchachos, así que aprovecharía bien la tela. Estaba pensando incluso en hacer un dosel a la cama…Pero si iba a hacer unos blusones necesitaba tomar las medidas a… los chicos. Desgraciadamente, dos de ellos estaban de caza, y las medidas de Yamu ya las sabia. Tendría que esperar a mañana, y hoy toca hacer cortinas nuevas, mientras Cascabel se comía el resto de las viejas.
El segundo día iba a estar muy ocupada, pero lo primero era lo primero. Cuando se levanto, fue directa a casa de sus padres para avisarles de que iba a llevar a un chico a cenar. Su madre se alegró mucho, pero Véspero se mosqueó un poquito. Ambos progenitores preguntaron por el mozo, y Lancia les dijo inocentemente que era Frank, a quien ya habían conocido de lejos porque había estado alguna vez con el grupo en Casa Mensel. Sin embargo, Véspero pareció molestarse un poco mas de lo normal en un padre de una chica guapa que trae un chico a casa, como si le molestara especialmente que se tratara de él. Le hizo un montón de preguntas sobre Frank, pero al final se llevo una regañina de su mujer Melissa, que se llevó a su hija a la cocina para ayudarla a preparar unos cupcakes para la cena mientras hablaban de «cosas de mujeres». Véspero no estaba nada contento.
La conversación con Melissa debió de ser demasiado interesante, ya que Lancia atendió demasiado a la charla y los cupcakes no salieron tan bien como esperaba. Volvió a probar con unas magdalenas, que salieron mejor, y tras comer con sus padres, cogió una cesta de ellas para repartirlas…tenia un par de visitas en mente.
La primera fue a casa de Frank y lo encontró en su «cubículo» oscuro, como al grupo le gustaba llamar a donde Frank dormía. Frank se alegró de verla y le dijo que había sobrevivido a la cacería de Nori, y había conseguido una pieza de pescado para la cena. Obvio el hecho de que además se cazaron un par de papagayos, porque sabia que Lancia era bastante sensible en lo que se refiera a animales de colores bonitos y monos, y el hecho de que él no pescó ni cazó nada en absoluto, como mucho hizo de cebo. Lancia le dijo que se quitara la camisa, y antes de que Frank ordenara sus pensamientos, le dijo que había venido a tomarle medidas para hacerle un blusón. Mientras Lancia se tomaba su tiempo midiendo el torso de Frank, para aliviar la tensión le dijo que también le iba a hacer unas cortinas para vestir un poco la casa…y para evitar las miradas indiscretas. Le recordó a Frank que habían quedado en casa de sus padres para cenar, le indicó la dirección y después insistió en que la cama de Frank era demasiado pequeña. Frank dijo que a él le servia, pero Lancia insistió en que debía adquirir una mas grande, por si tenia visita…y se marchó dejándole unas magdalenas.
Y empieza a complicarse…
Nori se levantó al día siguiente algo más ocioso de lo normal. Tras su saludo matinal a los trabajadores de las minas, limpió el papagayo y lo dejo macerando en brandy para cocinarlo para la noche. Se le ocurrió pasar a saludar a Mathiassen, porque además tenía un bonito encargo para él. Cuando llegó al taller encontró a Mathiassen muy atareado, y a dos guardias de Carabás en la puerta de su taller. Nori le escamó un poco, pero Mathiassen no le daba importancia a la seguridad, y según el propio Harry era muy posible que ni siquiera se hubiera dado cuenta. Nori se intereso por su trabajo y le dijo que últimamente había estado trabajando en un aparato volador, pero que lo había dejado apartado para centrarse en sus investigaciones sobre la Tormenta Verde. Nori le pidió unos encargos, como por ejemplo un catalejo ajustable a su rifle para poder ver mas cerca a sus enemigos y apuntar mucho mejor y una cama enorme con forma de corazón con un hechizo que la hiciera vibrar. Mathiassen se escamó por el segundo encargo, pero le dijo que él nunca juzgaba a las personas: Como alquimista es muy común que la gente pida la fabricación de armas y objetos de destrucción, y rara vez un alquimista censura a sus clientes por encargar cosas que matan a otras personas. Así pues, una cama vibradora no parecía que fuera a hacer daño a nadie, con lo que no tenía derecho a escandalizarse. Nori le pidió a Mathiassen si podía quedarse en el taller el resto de la mañana, pues estaba bien equipado y así podría practicar algo de ingeniería. El alquimista le dijo que él estaba muy ocupado, pero que pidiera a Harry lo que quisiera. Mientras trabajaba en el taller, Nori hecho una ojeada al trabajo apartado de Mathiassen, y vio lo que parecía parte de una cesta de un globo aerostático fabricada en metal y llena de engranajes, pero claramente sin terminar.
Por poco no se cruzaron Nori y Lancia, puesto que por la tarde, poco después de que Nori se fuera a comprarle un vestido a Daniella y preparar la cena, llegó ella al taller. Lancia traía magdalenas como regalo tardío de bienvenida, y ambos, profesor y estudiante se alegraron mucho de verla. Mientras Harry devoraba los dulces, flirteando con la boca llena con la pelirroja, Lancia charlaba sobre Mathiassen sobre la licantropía, tratando de aprender algo más que la ayudara con sus extraños casos de los über. Lauritz le dio información muy útil sobre la licantropía, la suficiente como para asegurarse de que no parecía ser el caso que la afectara, ni a ella ni a sus amigos. Charlaron sobre lo extraño que él mismo había encontrado en su chequeo sobre sus almas y auras, y Lancia empezó a pensar en teorías acerca de estos alter egos, los über. ¿Eran estos reales?¿Provenían de otra dimensión, o quizás de un lugar lejano simplemente?¿Vivian en sus cabezas, en el interior de sus almas, o tenían un sitio en el que dormían? ¿Existían mas allá del tiempo en que aparecían en este mundo, tratando de controlar sus cuerpos? Con el fin de responder a estas preguntas y, siguiendo un instinto posiblemente heredado de su madre, Lancia le pidió a Lauritz unos cuantos libros sobre magia prestados. Harry la ayudo a elegir los mas adecuados y a cargarlos hasta la puerta, y aprovecho para invitar a Lancia al baile de palacio. Lancia aceptó la invitación, para sorpresa y alegría de Harry…
Por la noche, Nori y Daniella cenaron en la recientemente decorada casa de Nori, y a Daniella le encantó la cena, incluso cuando Nori le dijo que había comido papagayo. Estaba realmente delicioso, así que daba igual lo que fuera. Nori trató de que Daniella se quedara a dormir en su casa, pero a pesar de que a la enana no parecía desagradarle la idea, no estaba dispuesta a darle un disgusto tan grande a su padre, que era muy tradicionalista. Nori, como un autentico caballero, le propuso entonces acompañarla a casa, o al menos a un lugar cercano a su casa en donde dejarla sana y salva sin que los enanos fisgones pudieran hablar mal de ella. Cuando volvía a casa, solo por las calles del centro de Carabás, Nori encendió su pipa y camino con alegría disfrutando de la agradable temperatura, la brisa y la magnifica luna que brillaba esa noche. No sabia porque, pero era como si hiciera mucho tiempo que buscara esta sensación. La vida le sonreía.
Pero tenia que acostarse pronto: mañana tenia que burlarse…saludar a los enanos mineros.
La cena de Frank no fue tan bien como esperaba. Bueno, Melissa, la madre de Lancia, era una mujer encantadora, eso estaba claro, incluso para ser pelirroja. Y poder hablar con Véspero, uno de los Grandes Héroes de Carabás, era algo que le llenaba de alegría. Sin embargo, parecía que la alegría no era reciproca. Véspero se mostraba arisco con Frank, cosa que el joven achacaba a que el Gran Héroe le veía como «el chico que sale con mi hija» en lugar de como «el joven soldado de carrera brillante». A Lancia la reacción de su padre le hacia mucha gracia, y hasta le animaba, metiendo en mas líos a Frank con sus comentarios acerca de que había estado en su casa, habían cenado un par de veces juntos, habían salido de aventuras…Al final de la noche, Lancia ayudó a Melissa a recoger la mesa, y su madre aprovechó para decirle que el chico parecía responsable, educado y simpático. Lancia se rió y le dijo a su madre que aún no le conocía bien, pero que no era mal chico. Melissa sonrió porque ese «aún» indicaba que seguramente lo vería más veces…
Pero Frank se quedó a solas con Véspero, que removía una copa de coñac de forma nerviosa. Sin andarse por las ramas, Véspero le dijo que sabia quien era, y a quien le estaba contando secretos. Le dijo que si alguna vez se enteraba de que había contado a «ya sabes quien» según que cosas de su hija, Lancia, se lo iba a hacer pagar muy caro. Y podía dar por seguro de que se enteraría casi de inmediato. Frank le afirmó que nunca revelaría nada sobre Lancia, y que se cuidaría mucho de revelar según que cosas, y sonó extrañamente sincero. Ambos parecían estar hablando sobre un tema que flotaba en el ambiente, pero que acababan de tener claro ninguno de los dos. Pero con eso debía de bastar, pensaron los dos. Con la mezcla de amenaza y consejo que Véspero le había dado, Frank se despidió y Lancia salió con él a la puerta. Mientras Melissa arrastraba a su marido hacia el interior de la casa, Véspero lanzaba miradas furiosas a Frank. Frank le pidió a Lancia que fuera su pareja para el baile, y la chica aceptó encantada. Más tarde se descubriría que en ningún momento se le olvido que ya había invitado a Harry. Fue solo un «malentendido».
Y al tercer día, todo estalló.
Para Nori, Lancia y Yamu el día paso entre compras y entrega de regalos. Los blusones de Lancia para los chicos y las botas y adornos de cuero para todos.
Lancia, además, uso su día libre para embaucar a su profesora de baile, Madamme Covillon, con Lauritz Mathiassen, y tras varios viajes y conversaciones de celestina, logró que el alquimista invitara a Madamme Covillon al baile. A Lancia le parecía que hacían buena pareja, y Lauritz necesitaba que alguien le enseñara la ciudad y le obligara a salir de su taller. Y así, además, quizás Madamme Covillon se relajaría un poco con la disciplina del grupo de baile, demasiado exigente para un grupo de artes liberales.
Frank salió a buscar un buen regalo para Lancia. Tenía en mente el regalo ideal, algo útil, discreto y sobrio, justo los gustos de Lancia (leer con ironía): una bufanda seria lo ideal, pero cualquier cosa parecida valdría. Empezó a vagabundear por las tiendas del Barrio de los Artesanos, un lugar que Lancia visitaba a menudo, y le llamó la atención una artista callejera que tocaba muy bien su extraña guitarra. La chica era muy llamativa, vestía de forma estrafalaria con prendas de colores vivos y cuero con tachuelas, llevaba un maquillaje de todos negros excesivo y el pelo teñido de azul. Como la actuación le gusto dejo un par de monedas en su cuenco, y cuando se iba a marchar rápidamente, la chica le llamó. Frank no quería girarse, pero la chica se dirigía a él gritando y estaba empezando a llamar la atención. Frank le recriminó que estuviera llamándole refiriéndose a él como «eh, tu, guapetón» o «generoso», y la chica le contestó que era la única forma de llamar la atención si no sabia su nombre. La chica se presento como Rosetta, y no Frank también se presentó sin tapujos. Rosetta le quería ofrecer a Frank otro tipo de servicio, aparte de la serenata, y Frank, pensando como siempre en su línea, declinó la oferta que creía que Rosetta le estaba haciendo. En realidad, los servicios que Rosetta quería ofrecerle eran de venta de artículos a buen precio, y señalo una pequeña bandolera que llevaba colgada. Según afirmaba, tenía un amplio repertorio de pequeños regalos ideales para ocasiones especiales de todo tipo. A Frank le llamó la atención porque estaba buscando un regalo para Lancia y pensó que quizás Rosetta tuviera algo para ella. La trovadora callejera no quería hacer trapicheos en la calle y comentó a Frank si podía invitarla a una copa en su taberna preferida, mientras hablaban. Frank no las tenia todas consigo. Olía a trampas y emboscadas en cualquier lugar, pero aquí apestaba. Aún así la siguió hasta la «Apuesta de la Cabriola», una pintoresca taberna y pensión del barrio de los artesanos. El dueño, un tal Karl, un tipo grandote con pinta de norteño y mal genio, saludo a Rosetta por su nombre y con mucha familiaridad, mientras fulminaba con la mirada a Frank. La chica quiso sentarse en su oscuro y apartado rincón «de siempre», pero Frank insistió en sentarse junto al ventanal, para poder saltar a través de este en caso de necesidad. Rosetta pidió la bebida mas cara que se podía permitir la taberna, a cuenta de Frank claro, y empezó a mostrarle sus mercancías: Una ganzúa de oro, que según ella era mágica y podía abrir cualquier cerradura, un anillo que permitía alimentarte mágicamente sin necesidad de comer, una cajita de agujas de coser que cosían solas y unas mariposas hechas de oro que volaban de verdad. Frank estaba totalmente convencido de que ninguna de esas cosas funcionaba y era todo un timo, por lo que le pidió a Rosetta alguna prueba. Lo único que la chica podía probar en ese momento eran las mariposas, las cuales saco de la caja y empezaron a revolotear alrededor de su cabeza. Frank observó con cuidado por si veía algún hilo o cable, pero tuvo que admitir que efectivamente eran mágicas, inútiles y extravagantes…quizás le gustaran a Lancia. Debió decir eso en voz alta, pues a Rosetta se le iluminaron los ojos y le dijo que si lo que quería era impresionar a su novia, lo mejor era una piedra enana con runas. Empezó a contar una historia sobre un grupo de enanos que querían retomar una cueva llena de tesoros o algo así, y uno de ellos consiguió conquistar a una elfa gracias a tan magnifico regalo… Y sacó una extraña piedra, que parecía más bien un trozo de algún mural o baldosa, con unas runas que a poco que se entendiera no eran en absoluto enanas. Frank había visto antes esa escritura, en las ruinas que habían visitado en Al-Bassid, y le preguntó a Rosetta por el lugar de donde la había sacado. A cambio de unas monedas, un regateo injusto y la compra tanto de la piedra extraña como de la caja de mariposas, la chica le contó que se la había robado a un tipo que venia con un grupo de lo que parecían soldados, fanfarroneando de el hallazgo y la aventura que habían corrido. Como tenían ganas de fiesta, estaban bebiendo demasiado y parecían tener dinero, lógicamente ella se acercó al grupo, y mientras les adulaba y escuchaba sus hazañas en la selva, acerca de no se que templo perdido, unos salvajes hostiles y unos monstruos con pelo y escamas, vigilaba sus posibles objetos de valor: todos parecían llevar unos colgantes iguales, pero eran demasiado cautos como para poder echar mano a alguno, así que al final se conformó con robarle al tipo que mas se había acercado esa piedra, con la esperanza de que fuera valiosa. El problema es que mas tarde descubrió que no solo ni era mágica ni valiosa (perdón por timarte) sino que además parecía muy importante para esos hombres. Durante varias semanas estuvieron pasando a diario por la «Apuesta de la Cabriola» y estuvieron peinando las calles buscándola. A menudo venían incluso agentes de la guardia preguntando por ella, pero Karl la ocultaba. Últimamente parecían haber desistido en su empeño, pero de todas formas le alegraba mucho haberse desecho de esa piedra. A Frank le pareció una historia muy curiosa, y estaba claro que debía informar al Sr. Noorgard de lo sucedido, puesto que algo le decía que él debía saber que era esa piedra, y quienes esos hombres.
Nori no escatimo en gastos y recogió a Daniella en carroza. La chica estaba cada vez más preocupada por la procedencia del dinero de Nori, pero a la vez agasajada por su generosidad. Cuando Lancia pasó a recoger a Frank en carruaje, este le regalo las mariposas, y Lancia quedó maravillada. A pesar de no ser una bufanda, Frank parecía haber acertado y se sentía contento. Al menos hasta que Lancia detuvo el carruaje para recoger a Harry, que la esperaba con un ramo de flores. Frank le pidió explicaciones a Lancia, y esta confesó de forma totalmente inocente que había quedado con los dos para ir al baile. Frank se enfadó muchísimo, puesto que había creído que era una cita. Harry también se mosqueó, también por lo mismo. Al parecer, los chicos habían supuesto que el baile era una cita en toda regla, aunque Lancia lo veía más bien como la asistencia a un evento social. El viaje en carruaje fue bastante tenso, aunque a Harry se le pasó muy pronto el enfado, porque de todas formas aún podía intentar ligarse a Lancia, y puesto que no era una cita, si fallaba aún podía intentarlo con alguna de sus amigas. Pero Frank estaba profundamente molesto, incluso más de los normal.
Frank pensaba en todos los consejos que Noorgard le había dado acerca de Lancia. No podía dejar de pensar que Noorgard tenía razón. Pero una parte de él aún se aferraba al hecho, o más bien a la sensación, de que la chica no lo había hecho con ninguna maldad. Estaba claro que había generado una situación tensa, extrema e incomoda, y era posible que la estuviera disfrutando, pero cada vez que la miraba tenía la sensación de que no lo había hecho con ninguna maldad. Era una cosa extrañísima, casi sobrenatural.
A Lancia lo que le molestó es que Frank se molestara. Era una especie de círculo vicioso, pero tampoco tenia ningún control sobre ello. En parte se sentía orgullosa por la reacción de Frank, que no eran más que celos, y eso significaba algo. Pero su reacción había sido exagerada. Debía haber algo mas dentro de esa cabeza hueca de Frank que le hubiera hecho reaccionar así. Quería averiguarlo y no se le ocurrió mejor persona a quien preguntar más que a Noorgard. Como estaba bastante molesta, le asaltó directamente con preguntas sobre Frank. Cada una de las preguntas tenía más carga y calibre de la habitual, y a Noorgard le costaba esquivar y encontrar tangentes por las que salir. Al final, sin darse cuenta, y de nuevo de forma casi mágica, Lancia terminó la conversación con Noorgard satisfecha, con una breve historia sobre el pasado de Frank y un cabo del que podía tirar: Su madre, una tal Ingrid, continuaba viva, y al parecer abandonó a su familia mientras Frank era aún un bebe. Su padre y su madre formaban parte del mismo grupo de aventureros, pero cuando Frank nació, ambos dejaron el grupo. Mas tarde, Ingrid abandonó a la familia y volvió a su mundo de aventuras, mientras que su padre tuvo que criarle solo, hasta que desapareció. Noorgard conoció a su padre, así que en cuanto localizó a Frank, aún niño y solo, le cuidó como su tutor y le ayudo en todo lo que necesitaba.
Tras el encuentro con Lancia, Noorgard se notaba muy nervioso y buscaba con la mirada a Frank, pero el muchacho no estaba por la labor. A Frank se le llevaban los demonios viendo como Lancia se divertía bailando con Harry…aunque en defensa de Lancia hay que decir que también se lo paso muy bien bailando con Yamu, y aún mas bailando con Nori, ya que este último se reveló como un magnifico bailarín y, aparentemente, al única pareja de baile con la que Lancia podía lucirse. Así que para darle celos, no s ele ocurrió otra cosa que hacer que invitar a una de sus amigas a bailar.
Y eligió…mal.
Lavinia siempre había sido una borde, remilgada y snob, con mal carácter y mal genio, pero por algún motivo a Lancia le caía muy bien. Y aunque Lavinia no lo admitiera nunca, últimamente habían hecho muy buenas migas y se habían convertido en buenas amigas. Cuando Frank la invitó a bailar, Lavinia aceptó por educación, pero en cuanto se dio cuenta de que daban demasiadas vueltas alrededor de Lancia y Harry, empezó a recriminar a Frank lo mala persona que era. Mientras bailaban, Frank vigilaba a Lancia. Lancia vigilaba a Frank. Harry vigilaba el escote de Lancia con un ojo y miraba mal a Frank de vez en cuando. Lavinia reñía a Frank a grito pelado. Y Nori y Daniella bailaban alegremente entre el caos, aportando una curiosísima y bajita chispa de optimismo en todo el asunto.
Lavinia advirtió a Frank de que nunca le había caído bien, nunca le había gustado. Pero como Lancia era su amiga, no podía más que apoyarla. Frank no entendía lo que quería decir. No tenia mucha experiencia romántica, estaba claro. En cuanto acabo el baile, Lavinia continuo hablando con Frank, diciéndole que Lancia era una persona muy bondadosa y tenía el don de cambiar a la gente. Ella misma confesó a Frank que había cambiado desde que la había conocido, y que a él esperaba que le pasara lo mismo. Curiosamente, Frank bajó la guardia ante la sinceridad de Lavinia y le dijo que posiblemente ya le hubiera cambiado, y que por eso se había enfadado tanto. La amiga de Lancia le animó a superar la crisis, a confiar en Lancia y a dejar de ser un capullo. También le dijo que le ayudaría en lo que pudiera, mas por Lancia que por él, pero que si le hacia daño a su amiga, sus antepasados criaban cerdos y ella sabia como castrar a uno.
Finalmente Frank vio a Noorgard llamándole con la mirada. Frank vigiló la sala de baile para asegurarse que nadie le veía acercarse a Noorgard y ambos se alejaron a un rincón tranquilo. Al otro lado de la sala, a mirando a través de los mínimos huecos de codos y rodillas de todos los bailarines, Nori miraba fijamente a los dos mientras saboreaba con una sonrisa malévola una copa de vino perfumado e ignoraba por completo las ofertas de trabajo que Daniella aseguraba que le estaban ofreciendo.
Frank le contó que había encontrado una extraña piedra, aunque no reveló de donde la había sacado exactamente. Al entregarle la piedra a Noorgard, le dijo que una mujerzuela se la había robado a un explorador, y que la chica no sabía nada sobre la fuente de la piedra. Noorgard se mostró muy complacido al recuperarla, y no le dio importancia a de donde la había sacado. Frank le pregunto por lo que se sabia de la piedra, y Noorgard le dijo que no era mas que un pedazo de piedra que unos exploradores habían encontrado en la selva, cerca de unas ruinas Arisazi como las que ellos habían visto en el Norte. Como las ruinas no se pueden investigar al estar selladas mágicamente, solo unos pocos individuos pueden acceder a ellas, con lo cual estaba bastante seguro de que no era peligroso que se difundiera ese secreto. Aún así, de nuevo estaba contento por la recuperación, y a pesar de que Frank insistió en las preguntas, Noorgard afirmó que solo le revelaría la información justa para mantenerlo a salvo, y esta era que debía mantenerse él mismo y a sus amigos lejos de ese templo, ya que se había enviado hace unas semanas una segunda expedición para localizar ese templo y aún no habían regresado. Justo antes de acabar la conversación, Noorgard le cogió el brazo y le dijo que había cambiado de opinión acerca de Lancia: Siempre le había dicho que se mantuviera alejada de ella, pero ahora necesitaba que no se separara de ella, porque se había dado cuenta de que si la chica se concentraba demasiado, era muy peligrosa y sabia hacer las preguntas justas. Frank no pudo evitar pensar que de algún modo, el Sr. Noorgard estaba pidiéndole que saltara sobre la granada…
Lavinia y Lancia hablaban mientras esto sucedía. El baile estaba resultando muy movidito, estaba claro. Lavinia le confesó a Lancia que Frank no le gustaba al principio, pero todo el grupo lo admitió por Lancia. Sin embargo, ahora que había hablado con él, no le parecía tan mal chico, y empezaba a entender que es lo que había visto Lancia en él. Después de todo los chicos malos son muy atractivos. Lancia se excusó ante Lavinia por la doble cita. Dijo que Harry le había pedido ir al baile primero, y como este no conocía a nadie y lo consideraba un buen amigo, aceptó la invitación para que conociera a más gente. Más tarde Frank también la invitó, y le hizo mucha ilusión. No podía decirle que no. Lavinia le dijo que seria conveniente que le explicara eso a Frank, que quizás ahora estaría más calmado, y que no compartía su opinión acerca de Harry, que no era más que un fracasado y un mujeriego. Sin embargo, Lancia empezó a hablar bien de Harry, y lo que contó no era mentira: le explicó como salvo a las gentes de un pueblo en Rohan, gente a la que no conocía, arriesgando su integridad física ,como cuidó y apaciguó a los niños mientras los bandidos asediaban su escondrijo, sus ganas de correr aventuras y recorrer el mundo ayudando a la gente y siempre estaba dispuesto a seguirla a ella y a sus amigos y estar allí cuando lo necesitabas. Lavinia se sorprendió y empezó a pensar que quizás Harry también había caído victima del embrujo de Lancia.
La noche estaba acabando, pero la Marquesa quiso hablar con los muchachos acerca de una preocupación que le rondaba desde hace días. Aunque de pasada, Nefer les dijo a los chicos que habían probado ser muy buenos resolviendo problemas, y que quizás les necesitara para resolver otro. Al parecer hace dos semanas que no recibían noticia alguna de la última expedición que se mandó a las selvas del Sur. La Marquesa temía que algo malo les hubiera pasado, puesto que expediciones anteriores habían informado acerca de nativos hostiles en la zona. Nefer sabía que Nori había demostrado muy buenas cualidades como explorador, así que estaba dispuesta a ofrecerle el encargo de liderar una expedición de rescate para encontrar a la anterior expedición. Antes de que Frank pudiera siquiera opinar, Nori ya había aceptado. Y también había aceptado Lancia, aunque Nefer se extraño. Lancia le dijo que ella era muy buena tratando con gente, así que debía ir como una especie de diplomática. Ante el entusiasmo de Lancia, Frank no pudo más que unirse, para no dejar a Lancia a solas con el enano en mitad de una selva. Y si Frank iba a una expedición, Yamu no podía ser menos. Nefer, muy contenta, les citó al día siguiente por la mañana para tratar los pormenores de la misión.
La fiesta se estaba acabando, pero aún había asuntos sin resolver. Nori puso en evidencia ante el grupo a Frank, confesando que había escuchado suficiente de su conversación con Noorgard como para saber que Frank podía saber mas cosas sobre la ya famosa expedición. Nori y Yamu acorralaron a Frank, pero Lancia, a pesar de todo lo que había pasado, salió en su defensa. Frank, quizás sintiéndose algo culpable o quizás por voluntad propia, confesó que se había enterado hace poco de la existencia de esa expedición, pero antes de esa hubo otra anterior, la expedición que encontró el templo y la piedra que Rosetta le había vendido junto con las mariposas. A regañadientes y más por la intervención de Lancia, Nori y Yamu aceptaron la confesión de Frank, aunque en el fondo aún le guardaban algo de rencor por tratar de guardar tantos secretos. Lancia se intereso por Rosetta, y Frank les dijo como poder encontrarla. Estaban seguros de que la chica del pelo azul sabría algo más acerca de la piedra y la primera expedición, pero había más fuentes de las que extraer información.
Yamu y Nori se apartaron y dejaron que Frank y Lancia charlara un rato a solas. Las cosas parecieron arreglarse entre los dos, para desgracia del elfo y el enano. Bueno, al menos se alegraban por Lancia. Pero la tranquilidad volvió a romperse cuando Daniella, muy enfadada, finalmente confesó a Nori que sospechaba que él era algún tipo de mafioso o criminal, ya que siempre asistía a fiestas, se codeaba con gente importante, siempre derrochaba dinero y no tenia oficio conocido mas allá de saber disparar y matar, además de que la gente comentaba que se le había visto varias veces con gete de baja calaña como Danijel o hombres del Príncipe. Nori se defendía con tranquilidad, afirmando que no podía decir en que consistía su trabajo, pero a solas, Lancia le confesó a Daniella que no se preocupara, que Nori era una especie de agente secreto que trabajaba para Carabás, y que por eso parecía un criminal y guardaba tantos secretos. Daniella, quien confiaba plenamente en Lancia, admitió que todas sus sospechas encajaban en este trabajo suyo, que por tanto debía ser real. Muy contenta por que Nori no fuera un criminal, quedó mucho mas calmada. Aún no era mejor ser espía que minero, pero estaba claro que era mejor que ser criminal.
Los chicos volvieron a casa tras una largísimo noche. Harry no había tenido éxito, pero la chica alta de pelo oscuro le había estado mirando mucho la última hora. Yamu se había metido mucho con Frank cuando descubrió que vivía justo detrás de la casa de sus padres y que su madre, Alana, le parecía muy atractiva. Lancia había armado una buena, como de costumbre, pero no había dejado de sonreír. Mientras Frank la miraba de reojo, y ella se daba cuenta, devolviéndole un guiño pícaro, Nori le dijo al chico que se había portado como un autentico capullo esa noche. Frank se enfadó con Nori y le preguntó que es lo que él hubiera hecho si descubre que Daniella tenía novio. Nori le contesto que siempre hay que ser un caballero: Le hubiera invitado a ir de caza.