Detectives de mascotas: Parte 3 – Back on the road again

Dado

Danijel les explicó el plan en su oficina. Desplegó el mapa de ruta de la caravana de Brown y les dijo a sus peculiares guardaespaldas que se unirían a esta por la noche, en el primer punto de acampada. Junto con la caravana llegarían hasta el Jerifato de Al-Bassid, en donde deberían encontrar un lugar de poder, en donde la magia fluyera de forma natural, para montar su campamento. Allí las cabritillas sin ninguna duda vomitarían joyas y cuando el Sr. H les encontrara no tendría ninguna duda de las capacidades mágicas de los animales y las compraría por el precio acordado de 1000 monedas de oro.

 

Los chicos tenían muchas preguntas sobre el Sr. H, pero Danijel no podía responderlas. Ni siquiera sabía como encontrarle. Era siempre el misterioso personaje el que los encontraba a ellos, normalmente al bajar del barco “Hado de Guirgis”. Era de esperar que los encontrara también fácilmente, al preguntar a cualquier mercader de la caravana de Brown sobre ellos.

La última vez que hicieron negocios la tormenta verde estaba arreciando y Danijel le mostró a Sr. H su preocupación, y este le dijo que si alguna vez debía venir por tierra cruzando el Valle del Sol y el desierto, colocara la bandera que le estaba entregando para evitar los ataques de los bandidos. La bandera era de fondo verde con la cabeza de un león en dorado, y nadie la reconoció como una bandera oficial de ningún Reino, Jerifato o Sohinato.

Según lo que habían hablado con Allen Brown, debían salir de Carabás sin levantar sospechas y unirse a la caravana en la primera parada que iban a hacer esa misma noche. Debían alcanzarla con rapidez y para ello debían viajar todo lo rápido que les permitiera el carro cargado de cabritillas. A Lancia no le hacia ninguna gracia que las cabras fueran enjauladas, pero era necesario para poder viajar rápido, al menos hasta alcanzar la caravana de Brown. Lancia acompañaría a las cabras en la carreta, que estaría conducida por Yamu, que tenia cierta destreza en el manejo de carros, y a su lado se sentaría Nori con su rifle preparado para repeler cualquier ataque, al mas puro estilo del lejano oeste. El resto de la tripulación del carro lo completaban el propio Danijel y Harry, que además de no saber montar a caballo, prefería estar lo mas cerca de Lancia que se le permitiera.

Frank ya no cabía en el carro, y además alguien debía acompañar al carro a caballo para hacer las veces de explorador de campo. Por suerte Frank estaba entrenado en la equitación, como casi cualquier soldado u oficial de la guardia, y también por suerte Danijel contaba con caballos en sus almacenes. Aparte de los dos que tiraban del carro, Danijel le entregó a Frank su mejor caballo; un magnifico ejemplar purasangre, de un aspecto noble, fuerte y sano, de color blanco y crines doradas, pero con una mirada terriblemente melancólica. Danijel le dijo a Frank que él le llamaba “XXIII” para abreviar, pero que su nombre autentico era “Caramelo XXIII”, y que se lo compró a un mercader del norte que le aseguró que descendía de una estirpe de caballos de batalla muy noble y valiente.

Frank miró al caballo y este le devolvió la mirada. Algo es esa mirada le dijo a Frank que esa montura había visto cosas horribles, pero las había superado sin pestañear. La seguridad de un destino funesto se reflejaba en los ojos de la montura y, al final, Frank tuvo que apartar la mirada porque estaba empezando a asustarle un poco. De todas formas parecía un muy buen caballo, así que monto en su lomo y se dispusieron a salir de Carabás.

Aunque los guardias de la ciudad hubieran revisado el carro, no transportaban nada ilegal realmente, solo cabras y los aperos para cuidarlas, así que no tuvieron problemas para empezar el camino. Dejaron atrás el Valle del Sol esa misma tarde así que, al atardecer, descubrieron el desierto de Harad ante ellos en el horizonte, como un océano de arena que brillaba de color rojo ante el sol poniente. Lancia miró de reojo a Frank y a su caballo: la estampa que Caramelo XXIII regalaba era digna de un cuadro, posando solemnemente con las crines al viento, sin pestañear, mirando al horizonte con una mezcla de amargura y nostalgia, como sabiendo que su destino podía encontrarse detrás de alguna de esas dunas. Frank, por un momento, pareció contagiarse de esos sentimientos, pero en cuanto se dio cuenta, arreó al su montura, que empezó a avanzar hacia la aventura con paso firme y sin ningún miedo…

Por la noche alcanzaron a la caravana. La vieron a lo lejos gracias al resplandor de las hogueras y a lo llamativo del campamento que habían montado. Se acercaron sin más, sin tratar de evitar a los dos guardias que les salieron al paso y les ordenaron que se detuvieran. Los dos guardias de la caravana eran un hombre muy grande y recio, lleno de cicatrices y de edad avanzada, y un hombre de raza negra variag, muy alto y delgado, que vestía con armaduras de cuero con marcas tribales y lanza. Tras un breve interrogatorio por parte del grandullón al que respondieron amablemente y se identificaron como miembros de la caravana que habían llegado tarde, el hombre negro entró a revisar el contenido del carro, asustando a Harry que estaba durmiendo en la parte de atrás y nunca había visto a un variag con anterioridad.

Nori no quitaba ojo de los guardias, de la misma forma que ellos tampoco a él, puesto que era el único que aún empuñaba su arma mientras el grupo se reunía con la caravana. Allí, Danijel se presentó ante el líder de los guardias de la caravana con la documentación que le acreditaba como miembro de ella. Al parecer el líder, un tal Chad Kirby, estaba al corriente de que un carro se uniría mas tarde a ellos, pero por otro lado también pareció reconocer a Danijel como criminal y le confesó que no le hacia ninguna gracia que formara parte de su caravana. Chad se acercó a los miembros de la comitiva de Danijel para presentarse tanto él como su grupo de mercenarios: Chad era el líder de una unidad mercenaria compuesta por el veterano soldado Vinicius y el explorador variag Varclaw Kominek, a quienes ya habían conocido. Completaba el grupo una simpática, hermosa y pequeñaja oriental, Xiang Xiang, a quien no le desaparecía la sonrisa de la cara en ningún momento pese a que Chad se mostraba más bien huraño con el grupo. Los muchachos se presentaron de distintas formas: Yamu, Nori y Frank admitieron ser los guardias de Danijel, y Nori era además, rastreador y explorador. Lancia era la encargada de cuidar las cabritillas y les contó la historia de que era una pastora de cabras que necesitaba dinero y se había visto involucrada en una trama de crimines y corrupción sin saber muy bien como. No contó mucho más acerca de su historia, posiblemente porque aún no se la había inventado, pero fue suficiente como para que no solo los guardias de la caravana se la creyeran, sino para que despertaran en ellos la curiosidad sobre su historia. Nadie pareció prestar atención a Harry, porque estaba de nuevo dormido y era obvio por sus vestimentas que debía ser algún tipo de hechicero más bien mediocre.

La noche transcurrió tranquila, y a pesar de que Chad les aconsejó que descansaran porque ellos harían las guardias, Nori se empeñó en unirse a los turnos. Antes de irse a dormir, Lancia sacó a las cabras para que estiraran las piernas y pastaran algo de hierba fresca antes de llegar al desierto. Desde lejos, sentados al fuego, Chad y Xiang Xiang charlaban con Yamu, Nori y Frank mientras observaban a una Lancia que se movía con total naturalidad entre las cabras a las que parecía controlar y manejar como una autentica cabrera. Chad no le quitaba ojo de encima, para molestia de Frank, a quien se le acumulaban los contendientes. No solo tenía que vigilar a Harry, sino que parecía que todos los hombres que encontraban quedaban prendados por Lancia. En cuanto Frank se dio cuenta de los que estaba pensando se dio un bofetón imaginario para quitarse esos pensamientos de la cabeza: definitivamente no era de su incumbencia nada que tuviera que ver con la pelirroja…aunque estaba claro que vigilaría a todos los que se le acercaron simplemente para asegurarse de que no eran peligrosos para nadie.

No fue extraño que Chad empezara la conversación preguntando por Lancia. Le extrañaba que una chica tan joven y hermosa se estuviera dedicando a un trabajo tan penoso. Los chicos no supieron responderle, pero la propia Lancia, que se unió al grupo mientras las cabras pacían tranquilamente, le dijo que era una cabrera vocacional, que le gustaba su trabajo y no se imaginaba haciendo otra cosa. Cuando Chad le insinuó que con su belleza podría haber sido esposa de algún noble o rico comerciante, Lancia se hizo la ofendida en principio, lo que provocó que la ira de Xiang Xiang cayera sobre el mismo Chad, que no parecía saber tratar muy bien a las mujeres. Y en un alarde de improvisación, viendo la oportunidad, Lancia consiguió sacar unas lagrimillas de la nada y se levantó confesando que, además, ella ya había estado casada con un hombre magnifico y ahora era viuda. Mientras se marchaba a la cama, satisfecha de su brillante actuación, vio de reojo la mirada llena de furia que Xiang estaba clavando a Chad.

Para cambiar de tema y tratar de obviar la mirada de Xiang, Chad se centró ahora en los chicos que quedaban junto al fuego. Les preguntó porque unos chicos tan prometedores se habían metido en el mundo del crimen organizado (dando por hecho que eran matones de Danijel) en lugar de convertirse en mercenarios. Yamu les dijo que antes que convertirse en mercenarios, se unirían a la guardia, y que había oído hablar que era un cuerpo respetable y en expansión. Chad se rió a carcajadas y les dijo que la guardia de Carabás era un cuerpo lleno de novatos sin experiencia y que no tendrían nada que hacer frente a los verdaderos mercenarios. Y entonces salió el tema del famoso socavón, en el que un “anónimo” sargento de la guardia, junto con algunos civiles, se adentraron para salvar a un par de ciudadanos ante la pasividad de los mercenarios allí destacados. La cara de Chad cambió de inmediato y empezó a defender a los mercenarios diciendo que actuaron correctamente, tratando de impedir que hubiera mas victimas mientras venían refuerzos, y que la actitud de ese héroe anónimo fue demasiado temeraria. Según Chad, tuvo suerte de salir con vida y victorioso, pero según Yamu, era mas bien probable que ese héroe supiera lo que estaba haciendo y había demostrado que la guardia había hecho mejor el trabajo que los mercenarios. Chad tuvo que callarse, pero no pudo callar que por culpa de ese tipo los mercenarios habían recibido una dura reprimenda y ahora estaban en una posición delicada ante la ciudadanía, cuando ellos habían sido la única defensa de la ciudad en mucho tiempo. Chad se levanto muy molesto, mientras Xiang les dedicaba una sonrisa que les pedía disculpas por la rudeza de su jefe, y también se retiró.

Nori, impasible, buscó un buen lugar desde el que montar guardia en el turno que se había autoasignado. En cuanto Nori pisaba el terreno abierto y los territorios salvajes parecía transformarse y seguir unos protocolos y rutinas a rajatabla. Nori no iba a permitirse dormir a pierna suelta sin estar seguro de que la zona no presentaba riesgos para nadie. Para su sorpresa, el risco que había elegido guiándose por sus habilidades de rastreador y explorador estaba ya ocupado por Varclaw. Este le vio acercarse, como no, y le saludo con un ligero gesto con la cabeza, en total silencio. Nori le respondió con un gesto similar, se colocó a sus espadas y fijó la vista en el horizonte que Varclaw no cubría. Y allí, los dos centinelas pasaron las horas estoicamente en silencio.

Al día siguiente todos estaban frescos y descansados, incluso Nori, que parecía no resentirse de su turno de guardia. Cuando Frank fue a ensillar su caballo, encontró que este ya estaba despierto, de pie y de nuevo mirando con esa mirada tan extraña justo en la dirección en la que debían continuar. Daba escalofríos.

Como esta vez iban a ir al ritmo de los demás carromatos, Lancia quiso sacar a las cabras para que les siguieran caminando. Todos observaban lo buena que era Lancia con las cabras, sin ni siquiera tener un perro para ayudarla. Los animales la obedecían ciegamente y con total tranquilidad. Chad les dijo a Yamu y a Nori, que estaban sentados en el carro, que posiblemente esa pastorcilla era la mercancía mas valiosa que transportaban, e inmediatamente se gano la regañina de Xiang, que le reprochó su actitud machista frente a las mujeres hermosas, cosa que era de muy mal gusto para ella. Mientras los dos se alejaban discutiendo, Harry salió de la parte de atrás del carro y les dijo a Yamu y a Nori que la pequeña oriental tampoco estaba nada mal, mientras les guiñaba un ojo. Yamu le sonrió por cortesía, mientras que Nori simplemente le miró todo lo serio que podía ponerse.

Cuando llegaron al límite del desierto de Harad, Danijel se apresuró a colocar la bandera que el señor H le había dado. En cuanto la colgó en el lateral de su carro, Chad vino cabalgando de inmediato para reprocharles el gesto. Gritando y notablemente enfadado les preguntó si tenían idea de que significaba la bandera que habían colgado. Respondieron la verdad, que era que no tenían la más remota sospecha. Chad les dijo que esa bandera era la del “León de Kabuja”, un nuevo líder Sohín que estaba aterrorizando el este de Harad, arrasando a los Sohinatos más débiles, anexándoles. Muchos Sohinatos, antes de sufrir un posible ataque del León de Kabuja, han preferido unirse a su causa, y su poder militar esta creciendo a semanas vista. Llevar esa bandera les protegeria casi con total seguridad de cualquier bandido mohín de estos lares, pero significaría una sentencia de muerte inmediata si la descubriera cualquier agente de Jerifato de Al- Bassid. Y por no hablar del propio León de Kabuja si este Sohinato descubriera que se ha usado su bandera sin permiso…aunque el supuesto de tener el permiso de este sohinato es casi peor. Los héroes salieron del paso como pudieron, convenciendo a Chad de que no iba a pasar nada malo, que quitarían la bandera antes de llegar al Jerifato. Los héroes estaban asombrados por lo que acababan de descubrir, pero tras preguntarle a Danijel, solo pudieron confirmar que este pobre desgraciado formaba parte de alguna trama que le venia demasiado grande y sabia aún menos que todos ellos. Cada vez tenían mas claro que todo el asunto del las cabras y del señor H era algún tipo de gran montaje, y que este poderoso enemigo, el León de Kabuja, estuviera metido en esto no hacia mas que confirmarlo. Y Danijel parecía no haberse dado cuenta de nada, aún con toda la información en la mesa. No había duda de que alguien había sabido elegir muy bien su cabeza de turco.

El viaje siguió mientras Danijel continuaba dando cada vez mas muestras de su poca inteligencia. Los héroes se preguntaban como había sido posible que un criminal así hubiera sobrevivido tanto tiempo. Estaba claro que ninguno de nuestros héroes le respetaba, pero Nori le tenía una especial ojeriza. A cada comentario que Danijel hacia, Nori respondía, y siempre de forma especialmente desagradable o amenazadora.

Todo parecía marchar bien hasta que, de repente, Varclaw detuvo su caballo y se quedo mirando lo alto de unas dunas. Todos giraron la vista hacia ese lugar, pero solo Nori parecía ver lo mismo que Varclaw. Varclaw se fue a hablar con Chad, quien no informó de nada al resto de la caravana, pero Nori también había visto lo mismo que su explorador: un grupo de bandidos a camello habían estado siguiéndoles, pero al parecer habían decidido retirarse en lugar de asaltarles. Al informar Nori a sus amigos, de forma discreta, todos sospecharon que la bandera de Danijel había tenido algo que ver. Por la forma en que Chad vigilaba su carro, él también parecía opinar lo mismo.

A partir de ese momento, se aumento la vigilancia. Nori no apartaba los ojos de las dunas con especial interés, pero nada parecía moverse. Y todo fue bien hasta que a Lancia se le escapó una de las cabritillas.

Una pequeña cabritilla aprovechó un despiste de su preciosa cabrera para buscar aventuras y se adentró en las dunas. Ni corta ni perezosa, Lancia corrió tras ella sin preocuparse por su seguridad. Y por supuesto Frank espoleó a Caramelo para seguirla. Yamu y Nori alertaron a Chad y sus hombres para que detuvieran la caravana y después salieron tras Lancia y Frank.

La cabritilla huida llevo a Lancia hasta los restos de lo que parecía una caravana recientemente asaltada. Había carromatos quemados y señales de lucha y saqueo, y había varios cuerpos tendidos en el suelo. Cuando Frank llegó, Lancia estaba comprobando que muchos de los hombres que estaban tendidos estaban simplemente heridos e inconscientes. No había mujeres ni niños. Yamu y Nori llegaron cuando uno de ellos estaba volviendo en si. Nori realizó las primeras curas a los heridos que poco a poco se ponían en pie y explicaron que unos bandidos con la bandera del Sohinato de Salara les habían atacado inexplicablemente, ya que ellos eran granjeros mas bien pobres que trataban de vender sus cosechas y ganado en el sur. Los bandidos destrozaron sus carros, se llevaron lo poco que tenían, junto con los caballos y los camellos, y como parecían no estar satisfechos, secuestraron a las mujeres y a los niños y se los llevaron. Inmediatamente el grupo de héroes decidió salir en busca de los bandidos, mientras las huellas eran claras, pero cuando se reunieron con la caravana Chad mostró sus reticencias a detener la caravana para ayudar a unos desconocidos, poniendo en peligro a sus clientes. A Yamu la situación le recordó bastante a la vivida en el ya famoso socavón del dragón en Carabas, así que se mantuvo en sus trece de ayudar a los necesitados. Para desgracia de Chad, Varclaw y Xiang apoyaban incondicionalmente la idea de los jóvenes de ayudar a los granjeros, y Chad se vio superado por la tozudez de su asiática amiga. Aunque al final cedió en la idea de detener la caravana y tratar de rescatar a las mujeres y los niños, Chad y Vinicius se quedarían para defender a sus clientes, mientras que Xiang y Varclaw acompañarían a los chicos. Para no dejar a Danijel solo, con una oportunidad de oro para escapar, fue obligado a acompañarles, y también se unió al grupo Harry, que seguiría a cualquier grupo que incluyera mujeres hermosas y exóticas como la propia Lancia y Xiang. Durante todo el camino, Harry estuvo acosando a las dos féminas: Lancia, más acostumbrada a los halagos de su amigo aprendiz de mago, se lo tomo con mucho humor, pero a Xiang le pareció más bien molesta su actitud y mostraba claramente su enfado…aunque eso no amedrento a Harry en absoluto.

Varclaw y Nori no tuvieron problema alguno en seguir a un grupo de asalto tan numeroso y cargado. Las huellas llevaban directamente a una formación rocosa elevada, en cuya cima se podían ver resplandores de hogueras alrededor de lo que parecían unas ruinas de algún templo antiguo. Una rápida exploración les reveló la disposición de los guardias: el camino que subía hasta el templo estaba vigilado por dos guardias. A medio camino de la cima se acumulaban los camellos y los caballos a un lado del sendero, y los carros robados al otro. En la cima se disponían varias tiendas formando un campamento. Alrededor de las hogueras se encontraban varios bandidos, y todo parecía indicar que estaban celebrando su rapiña y su estado no era el más indicado para repeler un ataque. Aún así, el grupo de bandidos les superaba en número en mucho, y no se podía contar con que Danijel les ayudaría.

Los chicos empezaron a pensar en un plan para atacar por sorpresa, y a Lancia se le ocurrió que podría distraer a los guardias haciéndoles creer que era una cabrera desvalida que había perdido a su cabritilla y dejándose capturar. La idea no le hizo nada de gracia ni a Frank ni a Yamu, aunque Yamu la aceptó al final, confiado en que Lancia era muy capaz de cuidarse sola. Así pues, Lancia uso su piedra de convocaciones oscuras para invocar una cabritilla a la que seguir.

Una cabritilla estaba pastado tranquilamente en su corral, lleno de pastos verdes y frescos, y rodeada de sus compañeras de rebaño, que estaban haciendo lo propio. De repente, el siguiente bocado de hierba se convirtió en arena, no tan rica, pero que tragó igualmente sin hacerse demasiadas preguntas. Le produjo una ligera preocupación no ver de repente a ninguna de sus compañeras de rebaño, pero después pensó que así tendría mas arena para ella sola. Eso si, no estaba dispuesta a aguantar los aspavientos y los gestos del grupo de tipos raros que tenia alrededor, y como arena había en todos sitios, se alejo tranquilamente de ellos.

La cabritilla invocada se acercaba trotando hacia los guardias de la roca y Lancia, llorando desconsolada, la llamaba mientras se acercaba a los guardias, asegurándose de que la estaban viendo bien. Estos, de hecho, no daban crédito a lo que veían. Salidos de la nada, una cabritilla y una atractiva cabrera se acercaban hacia ellos, sin que vieran a ningún acompañante o escolta cercano. Ni cortos ni perezosos acorralaron a Lancia con la intención de secuestrarla y añadirla a su botín. La sollozante Lancia hizo una actuación ejemplar, como solía hacer, y ninguno de los dos guardias sospechó nada en absoluto. Simplemente se sintieron muy afortunados por encontrar tal tesoro de forma gratuita, la agarraron de ambos brazos mientras Lancia fingía miedo y azuzaba a la cabritilla para que huyera.

La cabritilla hizo caso, porque no tenía motivo para no hacerlo. Y cuanto mas lejos estuviera de todo el jaleo que estaba montándose mejor. Corrió alejándose de los riscos y de repente volvía a estar en el corral de siempre, con las mismas cabras de siempre y con la misma hierba de siempre. Dio un bocado. Definitivamente era mejor la hierba que la arena.

Los bandidos llevaron a Lancia a rastras risco arriba, dejando sin vigilancia el camino hacia el campamento. Amparados por la oscuridad de la noche, Yamu, Nori y Frank avanzaron a escondidas acompañados por Xiang y Varclaw, y dejando a Harry en la retaguardia vigilado por Harry, tras haber sido convenientemente amenazado por Nori. No tuvieron problemas en tomar posiciones y esperaron pacientemente a que Lancia les diera algún tipo de señal.

Los captores llevaron a Lancia hasta el campamento en la cima y allí, entre risas de borrachera y bandidos mareados, vio que habían montado una celda improvisada, aprovechando las ruinas de lo que parecía un templo antiguo, en donde recluían a las jóvenes y a los niños secuestrados. Los bandidos llamaron a su líder, que apareció bastante mas sereno que los demás, pero al igual que todos, en una actitud más bien distendida y en absoluto pertrechados para un combate. El plan parecía que fuera según lo previsto. Estaba claro que les superaban en número, pero la mayoría de los bandidos estaban dormidos o borrachos, y solo los guardias que llevaban a Lancia de los brazos estaban equipados con armas y armaduras.

Tras examinar a Lancia como si de un caballo se tratara, el jefe de los bandidos ordenó a sus muchachos que la guardaran junto a las demás mientras se pensaba si venderla o quedársela para él mismo, lo cual ocasionó una explosión de risotadas entre sus soldados.

Tal cual Lancia fue llevada a la puerta de la celda y estaba a punto de ser lanzada a su interior, con su brazo derecho lanzó a uno de sus supuestos captores contra la pared de la celda y le dejo inconsciente del tremendo golpe, mientras que con su brazo izquierdo obligó al otro bandido a dar una vuelta en el aire que le hizo aterrizar de espaldas y con una patada en el pecho lo dejó también fuera de combate. A pesar de la fugacidad de este ataque de Lancia, los chicos que estaban agazapados lo entendieron como la señal que esperaban. Los bandidos aún ni siquiera se habían dado cuenta de que Lancia ya había eliminado a dos de ellos, estaba libre y con la puerta de la celda abierta para rescatar a los cautivos, cuando el rifle de Nori resonó en la oscuridad y le dio de lleno en la pierna al líder que aún  estaba riendo, hiriéndole gravemente. Yamu, Frank, Xiang y Varclaw irrumpieron por la retaguardia del campamento, todos por el mismo flanco, acabando rápidamente con los guardias de esas posiciones que aún no entendían que estaba pasando. Por fin, los bandidos dieron un innecesario grito de alarma  mientras su líder se retiraba cojeando ayudado por dos de sus hombres. Los demás bandidos salían de sus tiendas demasiado confundidos para presentar una batalla digna, y Frank se acercó a la zona en donde estaba Lancia por si necesitaba apoyo, pero vio que la pelirroja tenía la situación  controlada y estaba sacando a los prisioneros indicándoles que corrieran risco abajo. Los bandidos tardaron poco en caer y rendirse, así que los muchachos se acercaron con cuidado hacia el lugar a donde había huido su líder, siguiendo un rastro de sangre muy poco agradable. Lancia no quiso asomarse tras ver la sangre por si acaso dentro de las ruinas se encontraba algo peor, pero lo que encontraron fue a dos soldados tratando de contener una hemorragia a su líder, que se rindió y pidió clemencia en cuanto vio entrar al grupo. Nori, a regañadientes, cortó trató la herida que él mismo había impuesto. No le hacia gracia, porque era un poco ilógico para su forma de pensar tratar de curar una herida que uno mismo había hecho, pero solía hacer lo que Lancia le pedía porque le caía muy bien. Mientras Nori trataba al bandido y Yamu desarmaba a los bandidos que se habían rendido, Frank y Lancia se fijaron en la habitación del templo en ruinas. En el suelo se veían restos de una bonita escultura de una diosa muy bella, y u pedestal aún estaba intacto. No solo eso, sino que les llamó la atención una ranura en sus paredes. Llamaron a Nori, experto en encontrar mecanismos y trampas, y descubrieron que había una trampilla secreta que ocultaba un tesoro en el interior del pedestal. Encontraron un preciosa espada tan brillante que parecía brillar en un color blanco, cuya magia protegía a su portador de los asesinos y las emboscadas. Todos decidieron que Frank haría buen uso de ella y quizás le ayudaría a ser menos paranoico. También encontraron un anillo mágico que permitía a su portador cambiar su aspecto y realizar acrobacias y un extraño cetro muy adornado. Mientras, Yamu estaba despojando al líder bandido de sus pertenencias y le requisó unas extrañas esferas de cristal.  Lancia  dijo que parecían muy buenas para hacer malabares y  Yamu le reto a ver cuantas podía mantener en el aire al mismo tiempo. Como a Lancia le parecían pocas esferas de cristal, ya que solo quedaban 4, Yamu le dio un par de cocos mas que tenía en la mochila para aumentar la dificultad. Al final, una de las esferas cayó al suelo y estalló en un fulgor de luz que dejó a todos cegados durante un buen rato. Nori se enfadó muchísimo con Lancia y su falta de sentido común,  recriminándole que si hubiera sido un artefacto más peligroso podrían haber muerto todos,y que era una cabeza hueca. A Lancia hasta le hizo gracia el enfado del enano. Mientras Frank se llevaba las manos a la cabeza, Nori empezó a investigar el extraño cetro adornado. No encontró como hacerlo funcionar, así que Nori le pasó el cetro a Yamu lanzándoselo despreocupadamente por encima de la cabeza de la jovencita. Mientras Yamu se apuntaba directamente a la cara con el cetro para poder ver mejor que había dentro del orificio que tenia en uno de sus extremos, Frank estalló lleno de furia, diciéndoles a todos que no sabia como habían podido llegar a la edad que tenían y que no parecían escarmentar de nada que les pasaba. Le arrebató el cetro a Yamu y, justo cuando lo hacia, el artefacto pareció dispararse accidentalmente precisamente contra Frank. Un potente rayo de fuego le pasó rozando la cabeza, impacto en una columna del templo, y la piedra empezó a derretirse bajo el potente calor extremo. Frank tiró el cetro al suelo, que continuaba expulsando un potente chorro de fuego, mientras todos quedaron anonadados. Sin decir nada más, y con una cara totalmente seria e impasible, Frank les dijo a los chicos que guardaran ese artefacto lejos de su vista y salió al patio mientras en sudor caía por su frente.

Guardaron todo lo que habían encontrado, porque muchas de los cosas eran útiles o peligrosas, y algunas las dos cosas. Reunieron a todos los prisioneros que se deshacían en halagos hacia sus salvadores, mientras Nori y Varclaw comprobaban que todos estaban bien. Xiang le dio la enhorabuena a Lancia por pelear tan bien, y la pelirroja le dijo que la vida en el campo es muy dura, sobretodo para una joven viuda. Xiang cayó entonces en que no le había preguntado siquiera el nombre, y Lancia le dijo que se llamaba Cherry, que había estado casada con un leñador, pero un terrible accidente que involucraba algunos troncos le había dejado viuda y con algunas deudas que pagar, por lo que al final se vio obligada a aceptar trabajar para un criminal como Danijel. A Xiang le caía muy bien Cherry, porque su trágica historia parecía sacada de una novela romántica barata…

Después interrogaron al líder de lo bandidos. Este dijo llamarse Kasim Halabi, y defendía que ellos no eran bandidos, sino soldados del Sohinato de Salara. Se dedicaban a conseguir dinero para financiar su pequeño Sohinato requisando las mercancías de sus enemigos (todo quien no fuera del propio Sohinato) y vendiendo esclavos capturados en sus incursiones. Cuando le preguntaron porque habían atacado a unos pobres granjeros, Kasim les contestó que tenían intención de atacar una caravana mayor, pero vieron que llevaban la bandera del León de Kabuja y no se atrevieron. Sobre el León de Kabuja, Kasim les reveló que era un nuevo Sohinato, muy poderoso, sin territorio propio, que había venido del este y atacaba sin piedad a todos los demás Sohinatos. Rápidamente, sin saber muy bien como, había ganado mucho poder y la mayoría de los Sohinatos con los que se encontraba preferían rendirse y unirse a sus filas que hacerle frente, con lo que cada vez su poder es mayor. Aún nadie sabe que es lo que este León de Kabuja pretende ni cuales son sus fines, más allá de la escalada de poder y la unión de los Sohinatos.

Tras la valiosa información sobre este Sohinato del León de Kabuja, tenían que pensar que iban a hacer con los “soldados” de Salara y su líder. Lo lógico hubiera sido entregarlo a las autoridades del Jerifato, pero sabían que se les sentenciaría a muerte directamente con las actuales leyes draconianas que el Jerife había impuesto y, además, deberían llevar a mas de 12 bandidos atados en la caravana, retrasándoles y poniéndola en peligro. Así que los chicos decidieron quitarles las armas y las monturas, pero dejarles libres con comida y agua para que volvieran por donde habían venido sin meterse en líos. Ante la muestra de clemencia si precedentes, Kasim les dio las gracias y les dijo que su honor le obligaba no solo a cumplir con lo ordenado, sino que hablaría de ellos ante el Sohinato de Salara, que a partir de ese momento tenia una deuda con ellos.

No podía decirse que habían hecho un nuevo amigo, pero era bueno tener conocidos hasta en el infierno.

Con el cargamento de los granjeros recuperado y sus familiares a salvo, los chicos recogieron los bártulos y miraron hacia donde estaba su caravana.

A lo lejos, un extraño resplandor verde justo en donde debía estar la caravana resaltaba de forma evidente en la oscuridad de la noche…No parecía que tuvieran mucho tiempo para descansar.

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