Sorpresas en el sótano: Parte 4 – La caza de la calabaza
Yamu sabia que todos los demás habían quedado en la Puerta de las Esfinges para salir juntos a buscar calabazas…o a ayudar a las chicas a conseguir calabazas. El entusiasmo de Lancia habia podido con la vergüenza de chicas y chicos. Pero Yamu no estaba seguro de poder ir. Estaba claro que Lancia tenia unos días libres en sus quehaceres domesticos como ayudante de camara de Nefer, ya que la Marquesa era bastante esplendida con Lancia . Bueno, todo el mundo parecia ser mas esplendido de lo normal con la jovencita. Al parecer ese era uno de sus dones. Sin embargo, a pesar de estar en prácticas, Yamu sabía que no era muy conveniente pedir permiso justo después del «asunto»del socavón, cuyo informe había entregado al Capitán Stevenson anoche. Fue el propio Cápitan quien vino a buscarle para que se presentara nada mas y nada menos que ante el General Ankito, en los Cuarteles Mayores.
Se fue sólo y se presentó en el despacho. Al entrar, le estaban esperando el propio General y su Teniente, Frank Melher. El General se mostró bastante duro e inflexible, pero a la vez muy comprensivo con la actuación de Yamu. Confesó que varias personas habían tratado de influir en su decisión de castigarle o premiarle, pero que la decisión final seria suya únicamente. Le informó que tras leer el informe le preguntó al Teniente y esté también presentó un informe que coincide en casi todo, pero tiene unos puntos discrepantes. Al parecer, y según Yamu afirmó tajantemente delante de ambos, Frank mintió en su informe diciendo que Yamu trató de beneficiarse de su puesto de mando para conseguir mejores sitios en la fiesta para ver bailar a su amiga Lancia y no prestó la suficiente atención al gentío. Además, desobedeció una orden directa no del teniente, sino del propio Capitán, al actuar y no esperar refuerzos. Ante la bronca montada por el intercambio de acusaciones de perjurio entre Frank y Yamu, el General zanjó el tema invitando a Yamu a disculparse ante Frank, cosa que Yamu hizo, no sin lanzarle antes alguna puyita… Cuando Frank abandonó satisfecho el despacho, el General confesó a Yamu que en realidad había actuado de muy buena fe, y que sus actos y los de sus amigos habian salvado con seguridad la vida de al menos 2 personas, Nasih y su hijo. Yamu le recordó que en el informe afirma que Lancia también cayó al agujero, pero con una socarrona sonrisa, el General le dijo que conocía demasiado bien a Vespero y a su hija Lancia como para creer que la pequeña había podido caer sin querer a ningún agujero. Para cerrar el tema, aún con el reconocimiento extraoficial del General, Ankito le dijo que debía de ponerle un castigo ejemplar para que la parte negativa de sus acciones, la desobediencia clara, quedara zanjada, así que, a modo de castigo, el General le concedió la patrulla rural del día, con lo que se perdería los festejos, y debería vigilar los campos acompañado de su pareja de patrulla…que podia elegir quien seria. A pesar de que Yamu dudo casi como un milisegundo, el nombre de Frank Melher estaba mas que cantado. Mientras rellenaba los documentos que obligarían a Frank y a él mismo a patrullar los campos el día de hoy, Yamu observó como el General esbozaba una sonrisa de satisfacción.
Lancia y Maria estaban esperando ya un buen rato en las puertas. Habian sido las primeras en llegar con diferencia. A pesar de haberse acostado tarde, el entusiasmo no las había dejado dormir, y llevaban canastos de sobra por si las chicas se habían olvidado de traer. En un rato llegaron Lavinia e Inger. Inger parecia mas preparada que Lavinia para una salida al campo, ya que vestía un atuendo típico de ganadera Rohir, si bien demasiado limpio y pulcro, haciendo notar que nunca se había usado para trabajar. Junto con sus dos trenzas largas daba un aspecto tiroles muy gracioso. Lavinia no parecía saber muy bien que era eso de salir a coger calabazas. Vestia un traje de paseo con volantes y zapatitos planos, de colores claros, y completaba el conjunto con una pamela y un parasol con lacitos. Lancia trató de aguantarse las risas mientras abrazaba y zarandeaba a las chicas, especialmente a Lavinia, que trataba de sentirse excesivamente molesta con las demostraciones de afecto de Lancia. Mientras todas criticaban el inapropiado vestuario de Lavinia, Daniella llegó acompañada de su guardaespaldas particular Nori. Parecía que Daniella continuaba tratando de convencer a Nori de que buscara un trabajo en las minas, y no paraba de darle vueltas siempre a lo mismo…mientras Nori aguantaba estoicamente sin rechistar. Cuando se reunieron, decidieron esperar una hora para ver si tenian noticias de Yamu, quien ya habia avisado de que lo mas seguro es que no pudiera acompañarles por su trabajo. Tras una breve charla, el grupo vio aparecer a Yamu y Frank, pertrechados con mochilas y uniforme de guardia rural, y fueron a su encuentro. Yamu les informó que, a pesar de que se suponia que la patrulla rural era un castigo, a él le venia muy bie porque podria acompañar al grupo en la caza de la calabaza, ya que son ciudadanos de Carabás y su misión consistia en protegerles. El que no parecía muy contento era Frank, que además el día de hoy no era el superior de Yamu, sino su compañero de patrulla. Asi pues, reunido el grupo, todos se alejaron de la ciudad siguiendo con dificultad a las estusiasmadas Lancia y Maria.
Todo el paseo fue de lo mas normal. Normal para este grupo. Lavinia no dejaba de quejarse del barro y el abundante polvo, pero trataba de seguir el ritmo. Daniella continuaba en sus trece torturando a Nori con sus explendidas ofertas de trabajo en los pozos inferiores, que siempre tenían vacantes. Lancia bromeaba con Lavinia. lancia bromeaba con Maria. Lancia bromeaba con Frank. Lancia se metia con casi todo el mundo, pero siempre desde el cariño decia ella. Yamu y Frank no paraban de discutir. Lancia trató de mediar entre ellos, porque Yamu parecía echarle en cara su flagrante mentira en el informe, y Frank no dejaba de mentarle su falta de disciplina. Para rebajar la tensión, Lancia empezó a conversar con Frank, y descubrio que estaba bastante molesto con Yamu porque según él lo habia tenido todo muy facil, al ser hijo de un Gran Heroe de Carabás, Crom. Sin embargó, Frank era huerfano desde muy pequeño, se habia criado en las calles, y se buscaba la vida como podia. Llegó a Carabás hace unos 10 años en una caravana de comerciantes y al enterarse de que se estaba formando la guardia, se preparó para ingresar y tratar de hacer carrera. A su entender, Yamu solo esta pasando el rato en la guardia y se lo toma como un capricho. Yamu montaba en cólera cada vez que Frank hablaba. Frank ya habia mentido una vez, y podria ser que todo lo que habia dicho fuera una tremenda patraña. Desde luego, Yamu aseguraba que se equivocaba del todo en el asunto de que lo había tenido fácil y en que simplemente era un caprichoso. Yamu reveló que sospechaba que alguien habia intervenido para que fuera destinado a los Cuarteles del Puerto, ya que el merecia estar en los Mayores. Franke le respondió que estaba donde se merecia…y volvieron a discutir, mientras Lancia sopesaba la posibilidad de que parte de lo que habia dicho Frank pudiera ser verdad y se sintió ligeramente conmovida.
Entre discusiones y risas llegaron a los primeros campos de calabazas. Como era costumbre, en las vallas les esperaba apoyado un campesino ya entrado en años, que vigilaba que solo las señoritas entraran a «robar» a sus campos. Las señoritas en cuestión, Lancia, Maria y Daniella en principio, saludaron efusivamente al campesino, que no podía ocultar su orgullo y placer por ser adulado por bellas jovencitas al menos unos días al año (posiblemente a eso se debiera esta vigilancia). Tras los saludos, se lanzaron al campo a buscar calabazas. Lancia no dejaba de saltar entre las matas, llenandose de barro y tierra, y Maria tambie parecia muy comoda con la situación, lo qe provocó que Inger se animara y entrara al trapo. A pesar de la insistencia de las chicas, Lavinia no de atrevió a entrar al huerto.
Yamu y Nori trataron de entrar para ayudar, pero el campesino les detuvo enseguida. Les dijo que solo dejaba entrar a chicas, y que si ellos entraban era para robar calabazas. Yamu se sintió ofendido, ya que él era un patrullero rural, a lo que el campesino le respondió que razón de más de su parte: Si Yamu era un patrullero deberia ayudarle a mantener a los ladrones fuera de su campo. Las chicas buscaron calabazas, pero no encontraron muy grandes. El campesino les dijo que su hijo habia cogido las mas grandes para repartirlas entre las chicas que le gustaban, y que habian madrugado mas que ellas, y ahora solo le quedaban las mas normalitas. Nori le pregunto donde podrian encontrar calabazas mas grandes, y el campesino les dijo que las calabazas mas grandes habian sido siempre las que crecian en la Colina Verde. De hecho allí hay una granja abandonada en la que aún crecen. Todo el grupo se arremolinó alrededor del campesino para oir su historia, que se antojaba interesante. Según el campesino contaba, la Colina Verde estaba encantada. Todo lo que alli se plantaba crecia de forma exhuberante, con lo que un granjero avispado contruyó alli su granja. Al poco se dió cuenta de que en la colina sucedian extraños fenomenos. Fue muy común en los primeros años de Carabas la aparición continuada de Espectros Grises, o Grises, como vulgarmente se les conocía. Estos Grises respondian con violencia ante cualquier muestra de hostilidad, hacia ellos o hacia terceras personas, y esto provocó muchos ataques y sustos. Pero, ademas de que el numero de apariciones fue reduciendose hasta desaparecer, la gente aprendió que, ignorandoles, los Grises desaparecian en un momento. Pues bien, en la granja de la Colina Verde los Grises continuaban apareciendo con gran asiduidad, cosa que al granjero no le dio mas que un par de sustos, pero ninguna molestia. Continua explotando la granja hasta que encontró esposa y tuvo hijos, Fue entonces cuando decidió abandonar la granja y montar otra en el valle. En Carabás el terreno sobraba en aquel entonces y ni siquiera trató de vender su antigua granja, que quedo inhabitada y abandonada.
Tras asegurarse de que, primero, alli habrian calabazas enormes y, segundo, los Grises no representaban ningún peligro si no se mostraba ninguna actitud hostil, todo el grupo se encamino hacia la granja de la Colina Verde. Maria y Lavinia mostraban su preocupación, o miedo, por los Grises, pero Lancia, Yamu, Nori y Frank prometieron que no pasaría nada y las defenderían en cualquier caso. Cuando llegaron a la granja de la colina vieron una casa maltrecha y unos campos mal cuidados, pero repletos de calabazas enormes que crecian asilvestradas en un huerto lleno de hierbas. Sin embargo, al acercarse, Nori descubrió que el camino habia sido usado recientemente. Cuando se acercaron a la casa, descubrieron que las ventanas estaban recientemente claveteadas desde dentro y la puerta abierta. Cuando iban a entrar al interior, oyeron unos balidos de varias cabras que venian del cobertizo. Con algo de miedo, el numeroso grupo avanzo sigilosamente, y descubrieron un rastro de sangre mas o menos reciente que salia del cobertizo de las cabras y se adentraba en el huerto de calabazas. Lancia y Yamu bromeaban sobre los nombres de las cabras que iban a encontrar dentro: Despellejadita, Desmenbradita y Destripadita. Esperando encontrar una escena dantesca, abrieron el cobertizo y encontraron 3 cabras en sus corrales comiendo heno de unas balas que no parecian tener años de antiguedad. Si, claro, había un reguero de sangre y algo horrible les habia pasado a las cabras que faltaban a tenor de la sangre que estaba esparcida…pero no había cadáveres y las cabras estaban mas bien tranquilas (pero claro, son cabras…no es que sean los animales mas inteligentes de Arda). Y justo cuando iban a tratar de coger a las cabras, una extrana, tenebrosa y grave voz rió desde el huerto de calazabas, jactandose de lo ingenioso de su plan. Todo el grupo salió a toda prisa del cobertizo para descubrir a una enorme ser humanoide, formado por matas de calabaza y con una enorme calabaza con boca y ojos demasiado típicos, del tamaño de un troll, que se vanagloriaba de haber dejado vivas a las cabras porque sabia que si lo hacia volverían los «dos patas» a por ellas, y así se los podría comer. Habiendo dejado tan claras sus intenciones, las chicas (a excepción de Lancia, claro) se dispusieron a gritar, pero tuvieron a bien no desmayarse por lo que pudiera pasar, pensando que era mejor correr. Mientras Yamu y Frank cargaban contra el monstruo, Nori cubrió con el arco el intento de retirada de Maria, Lavinia , Inger y Daniella. Lancia, con la mosca detrás de la oreja, escuchó unos extraños sonidos provenientes de la casa y se asomó a una de las ventanas para ver como de una trampilla del sótano empezaban a salir copias de la calabaza gigante pero mucho mas pequeñas, de la altura de un goblin. Mientras Lavinia demostraba que si quería podía saltar matas y cavallones como la que más, dejando atrás al resto de chicas , su parasol y su pamela, Daniella tropezaba debido a su estatura y obligó a Nori a protegerla mientras huía. Lancia corrió hacia la puerta para bloquear el paso a los pequeños y numeroso monstruos y, pillandoles por sorpresa en el quicio, acabó rápidamente con dos de ellos con una genial combinación. Otro mas de esos monstruos se dirigía hacia ella, y dos mas trababan de romper las ventanas para salir directamente al huerto del que venían los gritos de las mujeres. Frank demostró que sabia luchar tan bien como Yamu, pero recibió un par de golpes muy fuertes, y de no ser porque Yamu se apresuró a cubrirlo, y Nori acertó una flecha que dejó aturdido y confuso al monstruo, el encuentro hubiera acabado mal para él. A Lancia le costó un poco mas acabar con el tercer monstruo, y los otros dos consiguieron salir por la ventana…para encontrarse con Nori que les paró mientras las chicas conseguían salir del huerto saltando la valla y, en algunos casos, rodando ladera abajo… Yamu y Frank contraatacaron y el monstruo empezó a pensar que quizás su plan no había sido tan genial después de todo, cosa que corroboró cuando Lancia llegó como una exhalación, lo derribó sin saber muy bien como y lo remató con una patada en el pecho…
Mientras las chicas recuperaban el aliento colina abajo, Lancia saltaba de alegría con la enorme cabeza del monstruo entre sus manos. ¡Sin duda seria la Reina de las Calabazas de su barrio con semejante ejemplar!