Sorpresas en el sotano: Parte 2 – La madrigera del conejo
Lo primero que hizo Lancia al llegar a la Plaza de los Heroes no fue revisar el escenario, sino ir corriendo a saludar a su amigo Yamu en cuanto lo vio. Yamu hizo lo propio, olvidandose por un momento de buscar al tal Frank Melher. Mientras las compañeras de Lancia miraban de reojo pero discretamente desde el escenario el encuentro de los amigos, los reclutas de Yamu se deshacian en halagos hacia Lancia mientras Yamu les recriminaba. Lancia, rodeada de los jovenes soldados, prometió presentarles a sus amigas despues de la actuación.
Yamu encontró finalmente al Teniente en practicas Melher y presentó a su unidad. El Teniente informó al Sargento que su mision era puramente contemplativa y tenian prohibido intervenir: Debian observar y vigilar a los posibles criminales y avisar en todo caso al cuerpo de mercenarios, que les saludaban a desgana desde la distancia, con aire condescendiente. Además, sus hombres deberian desperdigarse por toda la plaza, con lo que los reclutas de Yamu se llevarian una desilusión al no poder ver bien la actuación de Lancia y las demas bailarinas del palacio.
Mientras Yamu y Lancia hablaban, Daniella y Nori paseaban por la plaza. En cuanto Daniella vio a los hijos de los heroes fue invadida por la euforia y arrastró a Nori hasta ellos. Daniella no reparaba en elogios hacia Yamu y Lancia, y recriminaba a Nori que no conociera ni a los Heroes ni a sus hijos. Tras pedirles autografos, le deseo mucha suerte a Lancia y de nuevo arrastró a Nori a buscar un buen sitio para disfrutar del espectaculo.
Y el espectaculo comenzó. Yamu , gracias a su posición de poder, se reservó un buen sitio desde el que vigilar y a la vez poder ver el espectaculo, al igual que Frank. Y desde alli vieron como la coreografia que Madame Covillon habia preparado para la fiesta era poco mas que un desastre. La gente no abucheaba por respeto, pero sus caras de circunstancias lo decian todo. Lancia, al ver al público desilusionado, animó a las chicas y les pidió que hicieran los pasos que antes les habia comentado, casi sin ensayo. Gracias a las ganas que tenian las chicas de agradar y al optimismo de Lancia, esta coreografia casi improvisada resultó ser casi una obra de arte. El público disfrutó y olvido al instante el inició del espectaculo, clamando en aplausos y vitores por la genial actuación, mientras Madame Covillon, algo afectada por el desastre inicial, se calmaba al menos en parte gracias al exito final. Aún asi, pensó Lancia, seguro que me regañara…
Pero el júbilo no duro mucho, ya que de pronto un clamor entre el gentio se iba propagando y la gente se arremolinaba en una de las calles que daba a la plaza. Enseguida Yamu ordenó a sus hombres que se acercaran, y tanto él como Frank corrieron hacia el lugar. Lancia, sin pensarselo dos veces, saltó del escenario mientras sus amigas quedaban paralizadas ante los sucesos, sin saber lo que pasaba ni lo que debian hacer.
Cuando Yamu y Lancia llegaron, se encontraron con un montón de gente que se arremolinaba alrededor de un enorme socavón en mitad de la calle. Nori se encontraba alli, siendo de los primeros en llegar al lugar, justo despues de los mercenarios. Una mujer androcán, Samara, lloraba pidiendo a los mercenarios que bajara al socavón para rescatar a su hijo y su marido. Según los testigos y la propia Samara, cuando el socavón se abrió de repente, su hijo cayó al interior de la cueva que apareció. Su marido trató de izarlo con la ayuda de unos ciudadanos, pero entonces el niño huyó despavorido hacia las cuevas, perseguido por lo que todos estaban de acuerdo en llamar un dragón. Su padre, sin pensarlo, bajo armado con su simple espada y corrió tras el monstruo.
Los mercenarios, al oir la descripción del dragon, empezaron a vacilar. Lancia, Yamu y Nori notaron el miedo en sus caras. Los mercanarios trataban de acordonar la zona y tranquilizar a la gente, que les pedia a gritos que bajaran a ayudar. Ellos les constestaban con evasivas ,invocando la seguridad de los civiles y aseguraban que debian pedir refuerzos. Los abucheos crecian y Lancia, ni corta ni perezosa, saltó al socavón y pedia a los mercenarios que la rescataran a ella tambien… Los unicos que contestaron a la llamada fueron Yamu y Nori. Nori pidió al menos una cuerda para bajar, pero los mercenarios se la negaron y incluso trataron de impedirle que bajara. Mientras Yamu discutia con Frank, su superior, que le ordenaba que hiciera caso a los mercenarios, ya que las propias ordenes de la guardia eran no actuar y en todo caso, hacer lo que dijeran los mercenarios. A pesar de saber que estaba incumpliendo las ordenes, Yamu se reunió con Lancia y Nori en el fondo del socavón, desde donde Nori , notablemente enfadado, lanzaba piedras a los mercenarios que les reñian, entre los vitores del gentio.
Los compañeros de Yamu , un poco asustados y un poco avergonzados, vieron como los tres heroes se perdian en la oscuridad de las cuevas. Mientras Lancia improvisaba una antorcha con jirones de su vestido de baile, Nori encontraba el rastro del niño, el padre y una criatura de tamaño medio reptiloide, que bien podria ser el dragón del que hablaban. Siguieron el rastro hasta que lo perdieron en una bifurcación en la que una de las paredes brillaba con una misteriosa luz verdeazulada. Como habia perdido el rastro, decidieron acercarse a la fuente de ese extraño fenomeno para investigar, y descubrieron que la luz venia de una pared totalmente cubierta por unos cristales verde azulados que parecian devorar muy poco a poco la pared. Lancia quiso coger un cristal de inmediato, pero Nori le advirtio que podria ser peligroso. Para comprobar si habia peligro, Nori aconsejó arrojar una piedra a los cristales, a lo que Lancia contestó que esa era la respuesta para todo del enano. Tras comprobar que no parecian peligrosos, Lancia cogió un trozo de cristal y le «recordó» a Nori que quizas deberia coger uno para Daniella. Nori lo recogió un poco a regañadientes, pero en el fondo sabia que era una buena idea.
Mientras Yamu y Lancia discutian que camino tomar, Nori vislumbro un grupo de luces, posiblemente antorchas, en uno de los tuneles. Avanzaron en esa dirección y se toparon de frente con un extraño grupo de goblins, totalmente vestidos con andrajos negros y simbolos de calabazas con dientes. El que parecia el lider llevaba incluso una de estas calabazas en la cabeza a modo de altamente inefectivo casco. Ademas del intimidatorio aspecto, los goblins mostraban indicios de algún tipo de locura o panico y parecian fuera de si. A pesar de que el primer impulso de Lancia fue tratar de hablar con ellos, los goblins atacaron salvajemente. Lancia se defendió como pudo ante lo que posiblemente era su primer enemigo real, y quizas debido a esto no parecia que sus golpes fueran muy buenos. Tampoco le fue demasiado bien a Nori que disparó su rifle dejando medio sordos a amigos y enemigos, pero sin causar daños. Quien si tuvo mas suerto fue Yamu, que acabó con uno de los goblins de un solo tajo con su espada reglamentaria. Los goblins dispararon sus arcos sobre el grupo, hiriendo levemente a Yamu y Nori, mientras Lancia esquivava con soltura tanto las flechas como las estocadas que le lanzaban. Sin tiempo a recargar, Nori sacó su hacha arrojadiza y la lanzó mientras cargaba contra los goblins. Lancia, ya más motivada y encontrando el tranquillo a esto de golpear de verdad, con una femenina parada voladora descendente, partió en dos la calabaza del lider, le desgarró una oreja y lo dejó inconsciente. Yamu sumo otra baja con su espada sin aparente dificultad. Mientras los goblins trataban de defenderse, sin causar muchos daños a los heroes, Nori sacó su maza y golpeó al último de ellos, que estaba peleando con Lancia y finalmente Yamu acabó con él.
Tras el combate Lancia abrazó a Yamu diciendole que posiblemente sin él no habrian sobrevivido. Nori, con una cara de estar de vuelta de todo, simplemente le dió un par de palmaditas y le dijo «Muy bien, chaval». Yamu se preguntaba como era posible que con semejante habilidad demostrada no hubiera sido destinado a los Cuarteles Mayores. Lancia le contestaba diciendo que no solo eso, sino que deberia ser el lider supremo.
Saquearon los cadaveres, y Yamu y Lancia, tras una breve discusión, llegaron a la conclusión de que los goblins debian conocer y estar aliados con el dragón. Sin embargo, Nori encontró rastros concluyentes y tajantes de que el dragón no pasó por aqui, con lo que truncó las ilusiones de los jovenes mientras desandaban el camino hasta la última bifuncación.
A mitad del nuevo tunel, nuestros heroes escucharón sonidos de una pelea cercana. Sigilosamente se acercaron hasta la gruta de la que venian los sonidos y se abalanzarón por sorpresa sobre otro grupo de goblins que estaban golpeando al que parecia ser el marido de Samara. En esta ocasión la pelea no duró mucho gracias al factor sorpresa, y el marido de Samara, Nasih, tras agradecerles que salvaran su vida, les indicó que vió al dragón perseguir a su hijo a traves de la gruta que les señalaba. Nasih dijo que no podria seguirles, estaba herido, pero podria esperarles aqui si prometia que iban a buscar a su hijo. Nori se aseguro que Nasih no tenia ninguna herida de gravedad y le dejaron para buscar al niño.
Nada mas acercarse a la gruta indicada se dieron cuenta de que tenia una pendiente muy pronunciada que podria resultar peligrosa. Nori, que creia recordar tener conocimientos de espeleologia, se ofreció para abrir el camino y dió los primeros y cautelosos pasos por el tunel. Ante la atonita mirada de Yamu y Lancia, Nori resbaló y se alejo deslizandose cada vez a mayor velocidad pendiente abajo hacia la oscuridad del tunel. El enano vió el final de la pendiente, pero no era nada bueno: esta acababa en una escalera de caracol de lo que parecia una siniestra torre subterranea o pozo y, sin tiempo para cogerse a ningun asidero, cayó a peso por el hueco del pozo. Por suerte aterrizó sobre algo blando, que resultó ser un goblin de los muchos que se estaban enfrentando al dragón que perseguian.
En lo alto, Yamu y Lancia oyeron los gritos del enano mientras caia y se aventuraron por la pendiente con cuidado. Lancia no parecia tener problemas con el equilibrio y el control de su cuerpo, pero Yamu, cargado y equipado, resbaló también. Lancia trató de agarrarlo sin exito antes de que cayera siguiendo la estela de Nori, pero directamente al suelo.
Desde lo alto de la escalera, Lancia, que bajaba sin problemas la escalera de caracol, pudo ver la escena claramente. Se encontraban en el interior de un pozo subterraneo gris, lleno de extraños grabados en una lengua ilegible, y en el fondo del pozo unos goblins identicos a los que se habian encontrado luchaban contra una especie de dragon de pequeño tamaño, pero que aún asi superaba la estatura del mas grande de los hombres. Este dragon tenia el cuerpo cubierto de marcas o cicatrices que se asemejaban a los grabados de las letras de las paredes, y tenia unosojos verdes resplandecientes. En el centro de la sala, flotando en el aire, una extraña esfera de energia tambien de color verde, pareció reaccionar de repente y empezó a zumbar y vibrar, aumentando de tamaño. También pido ver que en una de las cornisas de la torre el niño androcán yacia inconsciente.
Mientras Yamu y Nori se levantaban en medio de la trifulca, Lancia se descolgó sin problemas hasta la cornisa para rescatar al niño, y tanto los goblins como el dragón parecieron asustarse ante el fenomeno de la esfera brillante. El dragón huyó por una de las puertas del fondo del pozo y los goblins trataron de hacer lo mismo, presas del panico. Sin embargo, la esfera brillante pareció atraerlos hacia ella sin remedio, impidiendoles huir. Los heroes se enzarzaron en una pelea con los goblins, y cada vez que uno era derrotado, la esfera los absorbia como si de un agujero negro se tratase, creciendo a cada momento. Tras derrotar al último de ellos, vieron que a traves de esa esfera se vislumbraban sombras y escenas, justo antes de que la luz estallara y se dividiera en 3 rayos que les alcanzaron de lleno, dejandolos insconscientes.
Despertaron no se sabe cuanto tiempo despues, y el niño rescatado despertó con ellos. No parecian tener ninguna herida debido al extraño incidente, pero sentian que algo extraño habia cambiado en ellos. Mientras se preocupaban del estado de Kinfe, el niño, y se aseguraban de que se encontraba bien, oyeron las voces de Ken y Naim, dos de los reclutas de la unidad de Yamu, que les llamaban bajando la escalera del pozo. Todos se alegraron de verles y los soldados les dijeron que al final habian seguido el ejemplo de Yamu y habian decidido bajar, rebelandose contra Melher que les ordenaba que no debian bajar. Los tuneles hacia la salida parecian seguros y los heroes decidieron regresar a la superficie con el niño sano y salvo y no perseguir al dragón, ya que habia huido a saber donde por las grutas subterraneas.
Con la satisfacción de una buena obra realizada, nuestros heroes, muy contentos subieron hasta la calle desde donde se oian los vitores, preguntandose una vez mas que habia sido esa extraña luz y en que manera les habia afectado.